ESTAS EN MI

Yacía en una tensa calma, sumergido en la rutinaria y alocada vida de una ciudad que no se detenía nunca. Un día y sin esperarlo, el tiempo se detuvo. Las personas quedaron inmóviles y quedé mirando impávido lo que ocurría. Comencé a caminar y hablarle a la gente pero nadie me respondía. Creí volverme loco de pensar que el mundo se había detenido y me encontraba sólo pero rodeado de tanta gente congelada. Fue entonces cuando pensé que yo sólo no podía estar viviendo esto, comencé a caminar sin detenerme. De repente a lo lejos divisé una efímera figura que en la lejanía parecía moverse. Con desesperación corrí hacia ella, comencé a acercarme. Noté que se trataba de una joven y hermosa mujer que avanzaba con toda su femeneidad. Logramos hacer contacto y tratar de entender lo que estaba pasando. Hablamos mucho en poco tiempo y sentimos que nos conocíamos desde antaño. Teníamos la misma filosofía de vida, querer transitar un camino de paz y esperanza. Pero nos sor